domingo, 7 de junio de 2015

La madrina del narcotráfico, la viuda negra, la reina de la coca – Pero alguien le dijo “gorda”


Desde la cárcel, enfundado en un overol azul, cuenta una anécdota de la época en la que ella era su patrona. Ocurrió en La Florida, dice, elevando la mirada…

…Él tenía que cobrar una deuda de la Reina de la Cocaína que alguien se negaba a pagar: “Yo a esa perra gorda no le debo nada”, fue lo último que alcanzó a decir el moroso antes de que el ahora preso le arrancara los dientes a los golpes.


A los pocos días la mujer llegó hasta su casa en compañía de Cumbamba, uno de sus lugartenientes más fieles.

Caminó hasta la cocina, saludó a la esposa de su cobrador, se sirvió algo de pescado caliente y le preguntó a su empleado viéndolo a los ojos:

-¿Sabés dónde está el tipo ese?

-No

-Picado en una caja, a la orilla de la autopista

-¿De la autopista?

-Sí, veníamos a visitarte y nos pareció buena idea matarlo...

Griselda Blanco, la Reina de la Cocaína, fue también una mujer sanguinaria. Un viejo periodista que entrevistó a varios capos del cartel en los 70, cuenta que en ese tiempo, cuando el fenómeno apenas empezaba a conocerse en el resto del país, ella ya tenía malas relaciones con los jefes de la organización.

En ese tiempo los patrones le atribuían “haber dañado el negocio”, convirtiendo la lucha por el mercado de la droga en una batalla sanguinaria. Decían que a La Reina no le había bastado con haber empezado los asesinatos desde motocicletas con su banda de sicarios del viejo barrio Antioquia, sino que también había desatado la guerra en el Condado Dade, de Miami, “donde hubo verdaderas atrocidades”.



Griselda Blanco fue una de las precursoras de mezclar la sangre y la droga. Los asesinatos ordenados por La Reina en La Florida se convirtieron en un sello inconfundible del horror que las autoridades norteamericanas jamás pudieron olvidar: descuartizamientos, enmaletados, cuerpos empacados en bolsas, orejas enviadas en sobres, cadáveres flotando en el agua.


La tasa de homicidios de Miami, que en 1976 no superaba los 35 por cien mil habitantes, llegó a 175 por cien mil en 1981. En ese momento, a La Reina, todavía le faltaban cuatro años para ser capturada.


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