lunes, 1 de junio de 2015

Carlos Lehder: El narco que secuesto a un Beattle y a un Rolling Stone


A finales de los años setenta Carlos Lehder convenció a Ringo Starr, mítico baterista de los Beatles; y a Ron Wood, guitarrista de los Rolling Stones, para pasar una tarde en su isla Cayo Norman. Con el detalle que su invitación fue una especie de secuestro y sus pedidos eran casi órdenes.

A principios de 1978 los narcotraficantes colombianos estaban cansados de tener que vérselas con intermediarios gringos para meter las toneladas de coca que distribuían en los Estados Unidos y fue entonces cuando a Carlos Lehder se le ocurre la grandiosa idea de comprar Cayo Norman, una pequeña isla de Bahamas ubicada a unos cuantos kilómetros de las costas de la Florida, y desde allí distribuir las enormes cantidades de cocaína que caería sobre territorio norteamericano en los siguientes años.

Lehder y sus amigos eran tratados como reyes en las islas y no había un solo dirigente o militar local que no recibiera algo de su acostumbrada generosidad.

Lehder era un amante del rock y esa fascinación le hizo conocer de frente a grandes estrellas del género mientras controlaba Cayo Norman. Con algunas de ellas, aprovechando el gusto que tenían por la noche y las drogas, llegó a ser su amigo.

Tony Sánchez, antiguo dealer, chofer, guardaespaldas y parcero de Keith Richards, afirma que era común ver en plena gira a narcos colombianos acercándose a los Rolling Stones, regalándoles miles de dólares en cocaína.

Mick Jagger, siempre cuidadoso de su imagen, se mantuvo siempre al margen, pero Ron Wood, el
guitarrista que reemplazaría desde 1974 a Mick Taylor en la banda, dominado por su adicción al juego, la rumba y la droga, intimó más de lo que debía con Carlos Ledher.

Era diciembre de 1979 y Roonie vivía el fin de una larga temporada en París con Josephine, la voluptuosa chica con la que se casaría un par de años después.

En una fiesta parisina se encontraron con Lehder. Conversaron un rato y éste, al escuchar que la pareja buscaban un lugar tranquilo y cálid, les sugirió que el mejor sitio para ser feliz era la mansión que él tenía en Cayo Norman.

Claro, sin esperar la respuesta de sus invitados “Decidió que nos íbamos con él y no creo que tuviéramos mucha más opción” escribe el propio Wood en su autobiografía y prosigue: “No fue tanto una invitación como una orden. Era un tipo muy dominante”. Para tranquilizarlos un poco los llevó a un rincón de la fiesta y abrazando con fuerza a un embaladísimo Ringo Starr les dijo que él también se iba de fiesta a “La casita de Bahamas”.

Al otro día, sin haber dormido, arrancaron para el Caribe. En todo el trayecto Lehder, no paró de decir incoherencias y de fumarse, uno tras otro, sus cigarrillos sucios. En el avión no venía Ringo, al preguntarle Wood al narco por qué no estaba el beatle, este le dio una cariñosa cachetada en la cara y le dijo que no se preocupara porque el baterista “Ya se encontraba en camino”.

Aterrizaron en la pista de kilómetro y medio que Carlos había mandado construir en Cayo Norman. Los acomodaron en un majestuoso Bungalow y a las pocas horas apareció Ringo quien, según palabras del guitarrista “Venía cabreado”. Pero la tensión se disiparía cuando Lehder los llevó a conocer el modernísimo estudio de grabación que había construido para que “Artistas de la talla de ustedes toquen para mi” y diciendo esto prácticamente los músicos entendieron que más que una invitación era una orden del narco.

Pasaron días enteros tocando en la sala de grabación para el capo. De noche salían a ver las estrellas y a entregarse a las paletadas de coca. Había una habitación cuyas paredes y pisos estaban tapiadas de cocaína “Era como la cueva de Aladino” recuerda Wood.

A los músicos solo los veía como personal que se ocupaba única y exclusivamente de tocar sus instrumentos. La situación duró cerca de un mes y a mediados de enero de 1980, Lehder, acosado por sus socios del Cartel de Medellín que le pedían más compromiso con la causa y menos rumba, decide liberar a los ingleses, no sin antes hacerles prometer que irían a Colombia, quería que conocieran el Quindío, los cafetales y juntos hacer un alucinado viaje por el valle de la coca. Nada de esto se pudo hacer, Ledher caería seis años después.


Para el Stone y el Beatle su estancia en la isla, siendo invitados/rehenes del capo colombiano, sólo es un mal recuerdo “tocábamos tanto que en esos días compuse una canción llamada Tiger Balm… no hace mucho que Ringo y yo estuvimos recordando los días en que fuimos rehenes de aquel tipo, intercambiando rayas por riff y golpecitos de tarjeta por golpes de batería”.

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